Sunday, August 5, 2007

Partir

Cuando Hitler robo el conejo Rosa, de Judith Kerr es uno de mis libros favoritos de la infancia, aún recuerdo las tardes sentada en la habitación de mis padres leyendo sobre la cama, un poco escondida para que no me pillaran y me interrumpieran. Lo leí muchísimas veces durante el último año de la primaria, estoy casi segura que era la única que lo sacaba de la biblioteca. Tardé años en encontrar un ejemplar que pudiera comprar y no fue hasta el primer año de licenciatura que me desplacé al DF, y pude asistir a la Feria del Libro Infantil y Juvenil de CONACULTA en Churubusco que lo volví a ver y, por supuesto, lo compré. Ahora lo tengo en la estantería junto a mis libros "especiales" y lo he recordado hoy.

Lo recordé mientras tenía que seleccionar que llevar conmigo y que dejar aquí.Recordé esa decisión de la protagonista Anna al detenerse a seleccionar entre el conejo rosa y la caja de juegos de mesa. De pronto me ví a mi misma desde fuera, me observé mientras separaba lo útil de lo importante, lo nuevo de lo usado, lo trascendente de lo efímero. Y vaya que es difícil tomar una decisión, se asoma un poco, sin quererlo tal vez, el dolor, pero al final, ha prevalecido el espacio, y en la maleta solo caben 23 kgs. De ellos, 2/3 corresponden a libros y algunos regalos, se puede inferir el aprecio que le tengo al vestuario. Bueno, realmente es que he encontrado buenos ejemplares en estos meses.

Partir es siempre morir un poco, no a lo que se es, sino morir a lo que se cree, es como dijo Carlos Castaneda, dar vueltas con el aliado y después de esa experiencia ya nada es real. Tal vez...

Don Juan en Viaje Ixtlán lo ha dicho así:

De cualquier modo, en tu próximo encuentro con el aliado, si acaso llega, tendrás que luchar con él y domarloSi sobrevives al choque, de lo cual estoy seguro, pues eres fuerte y has estado viviendo como guerrero, te encontrarás vivo en una tierra desconocida. Entonces, como es natural para todos nosotros, lo primero que querrás hacer es volver a Los Ángeles. Pero no hay modo de volver a Los Ángeles. Lo que dejaste allí está perdido para siempre. Para entonces, claro, serás brujo, pero eso no ayuda; en un momento así, lo importante para todos nosotros es el hecho de que todo cuanto amamos, odiamos, o deseamos ha quedado atrás. Pero los sentimientos del hombre no mueren ni cambian, y el brujo inicia su camino a casa sabiendo que nunca llegará, sabiendo que, ningún poder sobre la tierra, así sea su misma muerte, lo conducirá al sitio, las cosas, la gente que amaba-

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